¿Qué es una marca sino una creación de humanos pensada para otros humanos?
Comienzo con esa pregunta porque no es posible hablar de marcas sin vincularlas a personas.
Para empezar, quiero contarte que no existe en el universo una marca sin historia. Cada una tiene un pasado, un presente y un futuro, ligados a una persona.
Una marca no se trata de un grupo de letras que unidas buscan dar nombre a un producto. Así como tampoco es una palabra que identifica un servicio ofrecido.
Abarca mucho más.
Desde aquella primera idea que se nos aparece en la cabeza cuando la estamos creando; la intención con la que la proyectamos; las esperanzas con la que la llenamos.
Y, por supuesto, también los obstáculos con los que nos encontramos durante ese proceso.
Una marca, tu marca, tiene mucho de vos. Y busca abrirse al mundo para lograr aquellos objetivos que te propusiste en el camino.
Hasta acá, entendemos cómo una marca tiene su origen en una persona.
La segunda parte de la pregunta que tomé como punto de partida, se vuelca hacia el otro extremo que lleva implícito una marca.
Su razón de ser. No hay marca si no es pensada para otros.
Claro está que cualquiera sea el rubro al que hagamos referencia, lo que se haga se hace para alguien: clientes y potenciales clientes.
Y mirándolo desde esa óptica es que seguimos hablando de personas alrededor de una marca. Quienes la crean y quienes la consumen.
¿Y qué tiene que ver la neurociencia con tu marca?
Sucede que la neurociencia es una sumatoria de disciplinas que se unen para comprender el funcionamiento del cerebro humano.
A través de ella se estudia cómo el pensamiento, las emociones y el comportamiento de los seres humanos están interrelacionados.
Muchas acciones humanas están impulsadas por un componente irracional que las guía.
Un estudio realizado en la Universidad de Harvard obtuvo como resultado que el 95% de las decisiones que tomamos son inconscientes.
Y las decisiones de compra no son la excepción.
Aunque creamos que vamos por nuestro lado más racional, ciertamente son las emociones las que nos mueven, empujan, inspiran y sacuden.
Y venía diciendo que las marcas están rodeadas de humanidad, por lo tanto, no le esquivan a las emociones ni por un poquito.
A través de nuestras emociones conectamos o desconectamos. También con las marcas.
Pensar en branding, estrategias, consumos, productos, experiencias de compra; no puede estar disociado de las emociones que se transmitan.
Y ahí aparece el vínculo entre la neurociencia y las marcas.
Cada uno de los aspectos a trabajar en el posicionamiento de un negocio debe abordar las emociones que se quieran despertar en los consumidores, para no quedar a mitad de camino. O en el arranque.
El posicionamiento de marcas no depende tanto de las iniciativas de un negocio como de la forma en que los consumidores perciben y definen la marca como resultado de los procesos cerebrales inconscientes.
Es el cliente quien determina el verdadero posicionamiento.
No depende solo de lo que la marca se proponga comunicar bajo la aplicación de determinadas estrategias de marketing.
Sino que las emociones, percepciones y las propias experiencias de consumo tienen su propio peso específico en todo este mundillo.
Por eso es tan importante construir una marca partiendo de definir qué sensaciones queremos que el cliente tenga en contacto con ella.
Porque al fin y al cabo, somos humanos haciendo cosas para humanos.
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