La escritura como recurso para conectar tu marca, y vender.
El simple hecho de darnos cuenta que alguien nos quiere vender algo que no solicitamos, nos produce rechazo. Nuestro cerebro funciona así, esquiva la venta directa si no existe una necesidad previa de consumir ese producto o ese servicio.
Y si somos nosotros mismos los que precisamos ofrecer nuestros servicios también se nos hace cuesta arriba el momento de la venta, porque conocemos la alta probabilidad de ser rechazados.
Sin embargo, existen técnicas de escritura que funcionan como una suerte de guiño para pedir permiso en nuestro nicho de mercado y nos dan acceso a mostrar lo que tenemos para ofrecer, aún cuando ese público no lo haya considerado de antemano.
Se trata de una manera mucho más amorosa y elegante de conectar una marca con su audiencia, que si utilizáramos un impactante cartel con la poco y nada empática frase de SE VENDE.
Mucho se ha hablado ya acerca de que las personas tomamos decisiones de compra más por el peso de las emociones que sentimos al momento de consumir, que guiados por la razón.
La escritura tiene un poder inmenso para ayudar a las marcas a construir un vínculo con sus públicos, porque a través de las palabras despertamos esas emociones y sensaciones que son las que nos hacen confiar en una marca o en otra.
¿Y dónde se pueden utilizar las técnicas de escritura para una marca personal?
En un sitio web, en redes sociales, en una página de venta, en un blog, en los correos electrónicos, y en todo espacio que se utilice para comunicarse y ofrecer algo.
El arte de contar historias
El storytelling -también llamado el arte de contar historias- se basa en la comunicación a través de relatos para conseguir captar la atención apuntando directo a la emoción de quien lo lee. Son mensajes de gran impacto y más perdurables.
Las marcas siempre tienen historias para contar. Sólo hay que darle la estructura necesaria para que conecte. Construir el mensaje partiendo de un contexto al estilo “había una vez” y compartir porqué hacés lo que hacés, los obstáculos transitados y cómo fue posible sortearlos.
Escribir el mensaje como un cuento le dará orden, claridad y un recorrido.
Hay marcas que sienten que si no se tiene una gran historia que contar no va a funcionar, sin embargo el relato de lo cotidiano también conecta y empatiza.
Lo importante es que detrás de cada historia, se apele a las emociones positivas, a la motivación, al entusiasmo, a la alegría y por qué no también al humor.
Todo lo que fluya con la marca y su personalidad puede escribirse para conectar con los clientes.
La transformación que ofrece la marca
La comunicación debe dejar en claro qué resuelve ese producto o servicio, porque lo que una marca ofrece significa una solución en la vida de las personas. Cualquiera sea.
Entonces en primer medida será la propia marca la que deba comprender cuál es esa solución, sin caer en la sola mención de lo que vende (ropa, accesorios, servicio de coaching, asesoramiento de marcas, etc), sino describiendo la transformación a la que está invitando.
Cuando la marca logra calar hondo en esa transformación, sus posibilidades de conectar se multiplican.
El cliente, una persona.
A lo largo cada uno de los mensajes que se elaboren el foco debe estar puesto en el tipo de cliente a quien se dirige; comprendiendo que a esa persona le pasan cosas como a todo el mundo, y que es un ser humano que siente, que vive y que tiene un montón de desafíos.
Entonces la escritura deberá encaminarse teniendo como eje qué siente esa persona que lee y cómo le gustaría sentirse. La atención del mensaje no estará puesta en lo que se vende, sino en la transformación que ese servicio o ese producto trae consigo.
Este aspecto en claro hará la diferencia.
Y para cerrar, jamás la escritura debe utilizarse como relleno porque la premisa de menos es más vale oro y tiempo de quien lee.
Detecta los puntos y las frases más relevantes de un mensaje, y al cierre abre la puerta a la interacción con un llamado a la acción.
Un mensaje claro, enfocado en el cliente y bien redactado tiene todo el potencial para lograr emocionar y conectar.
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